Crisis de valores

El dinero no está en crisis. La verdadera crisis, la que nos roba la esperanza y está condenando a toda una generación al olvido es la de los derechos conculcados y el bienestar sacrificado.

Instalados en una permanente y agobiante zozobra, acuciados por una duda tan obsesivamente presente que paraliza hasta la impotencia, prisioneros de un miedo que nos atenaza y nos produce una escalofriante caricia, como la que los juncos hacen a los nadadores en el río, seguimos empecinados en no aprender nada de nuestros errores y, en medio de ese vértigo atroz que nos abisma, hemos depositado nuestro destino en manos de todos esos especuladores en cuya codicia y ambición desmedida se sitúa el origen de esta crisis sistémica. No es que confiemos en ellos, más que nada porque nos han robado el pan y la sal, es que somos incapaces en nuestra mediocridad y pobreza intelectual de asumir la más mínima responsabilidad pública, de exigir cuentas a unos políticos arrodillados ante el dinero y vendidos al mejor postor.

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La situación de la sociedad está a la deriva. Los ciudadanos continuamente critican las políticas incoherentes de los diferentes gobiernos que se resisten a oír los reclamos de los ciudadanos.

Las acciones de los políticos han llevado a una desconfianza extrema ya que actúan sin una visión estratégica para resolver los problemas acuciantes  de la sociedad.

No existe una declaración de metas, objetivos y principios, del conocimiento de todos los ciudadanos. Que sirvan como elementos rectores del Estado

Se ha permitido que los grandes males sustituyan las instituciones del Estado encargadas de dar la respuesta adecuada a los reclamos de la sociedad.

Nuestro objetivo es cambiar esta situación. Aspiramos a que los ciudadanos con conciencia del bien común y con deseo sincero de un cambio realista, positivo y generalizado nos den su apoyo para establecer un liderazgo comprometido a promover la defensa de los intereses del conglomerado en este nuevo siglo XXI.

Los siglos XIX y XX fueron siglos de oscurantismo y retroceso, de consolidación del individualismo como forma de vida en todo el espectro nacional, estuvimos a merced de las naciones extranjeras para decidir el transcurrir de nuestro destino, se deterioraron los valores humanos a tal grado que nos lleva a un desinterés y desidia, arrastrándonos por el camino a la disolución como Estado, ya que las instituciones que lo componen son totalmente ineficiente e disfuncionales.

Estamos ante un reto que nos presenta la oportunidad para salir adelante, porque si no lo hacemos ahora más tarde será de mucho pesar y vamos a sentirnos corresponsable por omisión.

Debemos actuar con prudencia y de una forma diferente, fuera del ámbito del individualismo con total apego a los principios del bien común, ya que será la base sobre la que se va a sustentar el accionar en términos generales. No debemos dejarnos contaminar al ejercer el liderazgo con los grandes males de los siglos pasados, que se caracterizaba por un ejercicio con sentido posesivo. La historia del siglo XX debería habernos enseñado lo importante que es tomar las medidas de lugar para anticiparnos a las crisis que surgen y para enfrentar las amenazas antes de que sean más graves. La historia de este Siglo XXI deberá de enseñarle a las futuras generaciones a abrazar la causa de un liderazgo participativo y responsable.

Nuestro objetivo es hacer ver a los ciudadanos las lecciones aprendidas de los errores del pasado y sacar consecuentes soluciones para hoy.

Queremos presentar cuatros consecuentes soluciones que deben servir de guía.

Tenemos que aumentar significativamente el bienestar general de la población, si queremos tener un mundo hoy mejor que el de ayer, con medidas palpables y medibles por todos los componentes.

Necesitamos promover la causa de la comprensión, la libertad, la economía y el bienestar.

Tenemos que fortalecer nuestros lazos con los demás ciudadanos afines a este proyecto para trabajar todos unidos a erradicar los grandes males que nos llevan  por el camino que hoy recorremos.

Tenemos que aceptar la responsabilidad de implementar y preservar un orden nacional en busca de nuestra seguridad, nuestra prosperidad y nuestros principios.

El presente artículo es un resumen de lo expuesto por Wikipedia.

El bien común es un concepto complejo, que puede ser entendido como aquello de lo que se benefician todos los ciudadanos. Más recientemente, John Rawls lo definió como “ciertas condiciones generales que son… de ventaja para todos”.

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Los primeros deseos de todas las personas son:

1. La salud

2. El dinero y

3. El amor

Una forma de lograr estos objetivos es siendo rico y prospero

Así como hay personas pobres y personas ricas hay Estados pobres y Estados ricos

La diferencia entre ellos no es su antigüedad, ponemos como ejemplos a la India y Egipto que tienen mil años de antigüedad y son pobres. Por el contrario hay Estados como Australia y Nueva Zelanda que hasta hace poco más de 150 años eran desconocidos y hoy son Estados desarrollados y ricos.

No está en los recursos naturales de que disponen. Japón tiene un territorio muy pequeño y montañoso que no sirve para la agricultura ni la ganadería y sin embargo es una potencia económica mundial, su territorio es como una gran fábrica flotante que importa materia prima de todo el mundo, la procesa y el producto es exportado, a todo el mundo acumulando riquezas, Suiza, sin océanos, tiene una de las mayores flotas náuticas del mundo. No tiene cacao, pero si el mejor chocolate del mundo, que en sus pocos kilómetros cuadrados cría ovejas y cultiva el suelo solo cuatro meses al año ya que en los restantes es invierno. Tiene los productos lácteos de mejor calidad de toda Europa. Al igual que Japón no tiene productos naturales pero da y exporta servicios con calidad muy difícil de superar. Tiene una seguridad, orden y trabajo, que lo convirtieron en la” Caja fuerte” del mundo.

Tampoco es la inteligencia de las personas la que hace la diferencia. Así lo demuestran estudiantes de Estados pobres que emigran a los Estados ricos y consiguen resultados excelentes en su educación. Otro ejemplo son los ejecutivos de Estados ricos que visitan nuestras fábricas y al hablar con ellos nos damos cuenta que no hay diferencia intelectual. Todos tenemos la misma cantidad de neuronas.

Entonces ¿Qué hace la diferencia?

 

Frecuentemente, en nuestro entorno, oímos algunos ciudadanos que exclaman en forma desesperante que no entienden cómo es posible muchas cosas que suceden a su alrededor porque los hechos se salen de la lógica.

Estas y otras expresiones demuestran una gran insatisfacción de los ciudadanos, una inconformidad por la poca respuesta que proporciona la sociedad actual, por las relaciones inconexas entre las instituciones creadas para dar las soluciones a cada sector, la población que lo componen y la actuación de las personas seleccionadas para dirigir.

Se quejan porque aspiran a vivir en forma lógica, segura y coherente, en cambio sienten que viven desmotivados, inseguros, sin un accionar lógico y perciben el sentido de posesión o de propiedad de los dirigentes a los cuales se les asignan funciones de administración, estos llegan a creerse que son dueños del sector donde habitan y actúan como dictadores.

Si a usted le sucede lo mismo entenderá porque es necesario la creación de un Estado funcional.

Porque cuando se vive dentro de un Estado real y funcional, con las características y particularidades propias del mismo:

· Se nos facilita el entendimiento entre todos los ciudadanos.

· Recibimos una respuesta adecuada, transparente y coherente a las necesidades básicas que tenemos dentro de la sociedad.

· Obtenemos los servicios prioritarios para el buen desenvolvimiento del conglomerado.

· Las relaciones entre los ciudadanos están orientadas al reforzamiento mutuo para lograr el desarrollo humano.

· Los dirigentes tienen que actuar en función a los fines del Estado que es el bien común.

· Formamos parte de un conjunto que evita dañar al individuo y el individuo protege al conjunto para vivir mejor.


Somos un grupo de ciudadanos convencidos de que podemos vivir mejor formando parte de un Estado Nación con Instituciones Funcionales, donde todos tengamos un espacio social dentro del cual vivamos con un sentido lógico, con oportunidades reales de superación, donde prevalezcan las acciones que permitan la superación y el desarrollo y se actúe buscando el bien común por sobre todas las cosas.

Al mismo tiempo aceptamos a todos los ciudadanos que tengan las mismas inquietudes, los mismos intereses y las mismas convicciones.

No buscamos convencer a nadie,

No queremos hacer cambiar a los demás porque cada quien tiene el derecho de ser como es,

Solo nos interesa agrupar y relacionar a todos los que como nosotros, creemos que se puede mejorar,

Para así dejar de estar dispersos y entre todos juntos hacer nuestro Estado funcional.

LA REALIDAD ES QUE LOS OTROS NO SON MAS, ES QUE NOSOTROS ANDAMOS DISPERSOS

El Estado Nación es una institución nueva.

“Hubo un tiempo en que no había Estado. En ese tiempo existía la familia patriarcal o, como a veces se la llama, la familia del clan (clan: gens; en ese entonces vivían juntas las personas de un mismo linaje u origen). Los vínculos generales de la sociedad, la disciplina y organización de los grupos se mantenían por la fuerza de la costumbre y la tradición, por la autoridad y el respeto de que gozaban los ancianos del clan, no había una categoría especial de personas que se especializaban en detentar el gobierno”.

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En las naciones en vía de desarrollo como la nuestra, el rol del Estado como ente orientador y promotor del desarrollo nacional juega un papel más incidente, así como también tiene metas, objetivos y propósitos más dinámicos e importantes que en el mundo desarrollado.

El sector público está obligado a intervenir en muchas áreas, donde el sector privado no ha podido hacerlo sea por falta de interés en iniciativas no productivas a corto plazo, sea porque se necesitan inversiones considerables que las empresas privadas no están en condiciones de financiar.

Es por ello que el proceso de crecimiento económico que la República Dominicana de abocarse para producir un real y eficaz desarrollo nacional, tiene que ser un proceso provocado y dirigido, en definitiva planificado por el Estado, por ser éste el único con poder y posibilidades reales para provocar, dirigir y planificar este proceso en forma acelerada. Con este propósito se necesita trabajar con entusiasmo en la organización de las instituciones y los grupos técnicos y administrativos que tiene la responsabilidad de planificar y programar las actividades de desarrollo en cada región.

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La propensión al individualismo, visto no como la prerroga­tiva o libertad de actuar en la esfera propia de cada individúo, conforme a sus reglas y motivaciones, sino como un es­tado de insensibilidad frente a la suerte de los demás, es uno de los rasgos más preocupantes en el tiempo presente.

En realidad es un comportamiento muy arraigado en la con­dición humana desde la antigüedad. El gran filósofo español José Ortega y Gasset lo llamaba particularismo, que definía como un es­tado de cerrazón mental en que la gente no cuenta don sus congé­neres ni le importa mucho su drama o circunstancias.

En las sociedades democráticas y desde el postulado de credos religiosos se trata de combatir esa tendencia con llamados a la soli­daridad con el prójimo para garantizar la convivencia armónica en­tre capas sociales separadas por la desigualdad social y económica. Sin embargo, este predicamento no encuentra un campo propicio en sociedades donde las deficiencias en servicios públicos básicos obliga a los más pudientes a buscar soluciones individuales a sus necesidades, como ocurre en la República Dominicana.

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Nuestro país ha vivido una gama de expe­riencias que han to­cado las más profun­das raíces socioconómicas y so­bre todo culturales, generando numerosos cambios en lo po­lítico.

El cambio demográfico ex­perimentado en los últimos años ha modificado el perfil de nuestra población lo que trae como consecuencia el aumento de las demandas sociales ya que estas presentan condicio­nes distintas a las que se tenían en el pasado.

Estas demandas sociales han generado un cambio de actitud por parte de los servidores pú­blicos traducidos en la formu­lación de nuevas estrategias de políticas mas acorde a las ne­cesidades y exigencias de la sociedad en su conjunto y la influencia del entorno regional e internacional.

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